jueves, 29 de diciembre de 2011

“La batalla por el dominio de las conciencias: la experiencia de la

En julio de 1934, PLUTARCO ELIAS CALLES escogió el balcón central del palacio de gobierno de la capital tapatía para lanzar lo que inmediatamente paso a llamarse el grito de Guadalajara. En México los años treinta, el campo educativo se convirtió en arena de un enfrentamiento que rebasaba los límites de tal o cual postura pedagógica. El estado posrevolucionario estaba dispuesto a dar unas batallas decisivas para liberar la conciencia de la niñez y de la juventud mexicana. Para los gobernadores, librar esa contienda era una cuestión fundamental. La modificación del artículo tercero constitucional estaba en marcha. Las controversias en torno al significado del vocablo socialista auguraban futuros conflictos. El jefe Máximo pronuncio un discurso que decodificado rápidamente por los políticos en turno como un consentimiento para hacer efectiva la reforma constitucional. Todavía estaba vigente el programa vasconcelista en Jalisco cuando la reacción clerical comenzó a sabotear aquel primer esfuerzo regenerador de la educación tapatía. Las nuevas propuesta pedagógicas, el trasegar de las misiones culturales y la fundación de un sinnúmero de casas del pueblo encontraron su límite cuando la clerecía comenzó a sentirse amenazada. El movimiento clerical genero una respuesta rápida por parte de las autoridades educativas. En 1925 el gobernador jalisciense José Guadalupe Zuno, promulgo una nueva ley de educación para reforzar el laicismo vigente. La falta de garantías para el magisterio y el escaso número de alumnos que asistían a clases fueron perfilando un panorama de crisis general en el sistema educativo de la entidad. En 1927 una misión cultural visito la región sur del estado. En la ciudad Guzmán estableció un Instituto Social para Maestros, se impartieron clases de gimnasia, pequeñas industrias y agricultura. En octubre de 1928 el inspector Manuel Morfin informo que el camino para Autlán está infectado de bandidos y es una aventura arriesgada atravesarlos. Mascota dijo la situación sigue siendo difícil es imposible salir a visitar escuelas, pues a diario los caminos están frecuentado por rebeldes. La labor alfabetizadora intento extenderse en esas condiciones. El inspector Jiménez de la rosa indicaba hasta me dedique a explicar el significado de la Bandera Nacional, pues los campesinos argumentan que es un peligro esta bandera porque se hacen acreedores de venganzas por parte de los rebeldes. En la zona de los Altos la obra educativa desapareció prácticamente. Misiones culturales, maestros e inspectores vieron frustrados sus anhelos. Después de recorrer todo el distrito escolar del estado el inspector Manuel Fernández Castro presento una serie de informes que son lo suficientemente ejemplificadores del ambiente que prevalecía en los Altos. Los innumerables grupos de rebeldes no les roban, burlan a las doncellas o los asesinan. Los caminos se hallan desiertos, es peligroso viajar continuamente son cruzados por partidos de forajidos. El fanatismo religioso apareció como el principal obstáculo que debería sortearse, la oposición clerical mostraba su poderío. Los rebeldes no hacían distingos entre un maestro y un empleado del servicio postal. Los correos no se atrevían a cruzar los caminos pues si identifican al viajero como empleado federal lo asesinaban. El grito de Guadalajara activo de nuevo el conflicto. La modificación del artículo tercero constitucional significaba la puesta en práctica de una nueva política antirreligiosa más radical, no solo por el contenido socialista que pretendía otorgar al texto de la constitución sino fundamentalmente porque la reforma se fue gestando en una atmosfera impregnada de un anticlericalismo militante. En agosto de 1934 la Dirección General de Educación Primaria Normal y Especial (DGEPNE) hizo saber que no se permitiría la apertura de ningún plantel particular sin previa autorización oficial. El gobierno estatal pretendió corregir desviaciones de administraciones anteriores que habían permitido escuelas privadas sin la autorización respectiva; su clausura resultaba en extremo difícil. Desde ahora se obligaría a los particulares a solicitar autorización antes del inicio del periodo lectivo, aquellos establecimientos que no la solicitasen serian consideradas clandestinas y por tanto sujetos a las sanciones legales correspondientes. La federación de estudiantes universitarios de Jalisco manifestó su rechazo a la reforma del artículo tercero constitucional, pretexto de la defensa de la libertad de cátedra y la autonomía universitaria. La prensa tapatía acompañaba el reclamo estudiantil. Los perfiles del conflicto estaban delineados a mediados de 1934. Poco antes de que se iniciara el nuevo año escolar, todavía no se había otorgado autorización a ningún plantel privado. El gobierno de Jalisco no solo estaba dispuesto a combatir a una reacción atrincherada en las escuelas particulares si no a luchar en el interior de sus propias filas. La depuración del magisterio tapatío estaba en marcha. Se llevó a cabo una serie de jornadas de trabajo con el objetivo de discutir y orientar a maestros e inspectores escolares respecto al rumbo que seguiría la educación socialista. La campaña en favor de la nueva escuela comenzó a rendir sus frutos. GUADALUPE y MARILUZ

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